PANDEMIA Y PSICOTERAPIA

La inesperada irrupción de la pandemia ha sido un formidable revulsivo emocional que ha hecho visible la dimensión psíquica en la que vivimos. 

Las pérdidas y duelos por los seres queridos; el riesgo de morir; a perder el trabajo o el patrimonio; el aislamiento y colapso social y la restricción de libertad de movimientos, han supuesto un dramático quebranto de nuestras seguridades y nos han sacado de la inercia psíquica individual y social en la que vivíamos. 

Todos los temores humanos básicos que señalaba Freud provenientes de los peligros procedentes de la naturaleza, de otros seres humanos y de nuestro desconocido interior, se han activado simultáneamente, conmocionándonos. 

La irrupción de este gran acontecimiento universal, externo, hostil y peligroso se ha sentido como una agresión desmedida, inaudita e inesperada. 

La turbulencia emocional derivada del mismo, se ha traducido en muchas personas en trastornos de adaptación y pérdida del equilibrio psíquico y ha obligado a todos a reconsiderar y examinar los soportes de su existencia para hacer frente a una angustia en algunos momentos intolerable. 

En este periodo de crisis, la presencia y apoyo del grupo familiar o social ha sido esencial para sostener el “buen objeto interno” que nos proporciona consistencia y esperanza (M.Klein ).

Nuestro mundo inconsciente, registro del complejo y a veces doloroso universo infantil, poblado de fantasmas, figuras persecutorias, fragilidades, culpas y autoreproches activado por estas amenazas nos ha forzado a encontrar soporte, protección y ayuda para buscar respuestas o soluciones a estas ansiedades y fragilidades latentes. 

Esta conmoción se ha sentido en el seno mismo de nuestras relaciones próximas, familiares e íntimas de forma que madres y padres han sentido una constatable hostilidad hacia sus hijos, según revelan estudios epidemiologicos. 

Sin embargo, aunque hayan aflorado aspectos de carácter como la rigidez, la exigencia desmedida o la intolerancia, (haciendo insoportable en muchos casos la convivencia), las reacciones de irritación de madres y padres hacia sus hijos distan de  definir que se sea un  mal progenitor, según expresaba Winnicott, prestigioso pediatra y psicoanalista momentos la convivencia cotidiana. 

La situación actual  nos ha obligado a tolerar la incertidumbre, a tomar conciencia de los limites de la ciencia, de la consistencia de los políticos, de la fragilidad de la economía, del agotamiento de los profesionales sanitarios y de los sistemas de salud. 

En un momento u otro, nos hemos sentido desarmados y desnudos y ha sido imprescindible volver a armarnos de nuevo y descubrir nuevas seguridades y defensas. 

En el mejor de los casos este tiempo nos ha permitido conocernos mas y mejor, saber   cuales son nuestros valores esenciales y hacia donde queremos dirigirnos.

Una gran parte de la población ha necesitado la presencia de un psicólogo o un psicoterapeuta con quien compartir zozobras, vulnerabilidades y de quien solicitar ayuda para poder pensar. 

Es precisamente esta capacidad de poder representar y pensar la principal ayuda que ofrecemos psicólogos y psicoterapeutas. Ayudamos a alcanzar un mayor grado de seguridad y libertad facilitando nuevas herramientas psíquicas que permiten seguir adelante a pesar de las dificultades, descubrir lo que verdaderamente es valioso para cada cual, reinventarse.

 Esta tarea esencial para nuestra estabilidad interna, demasiadas veces olvidada es lo que esta Pandemia nos ha invitado a incorporar. 

Carmen Monedero

Psicóloga Clínica. Psicoterapeuta. Psicoanalista

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