REVISITANDO ¿POR QUÉ LA GUERRA?: LA RELACIÓN EPISTOLAR ENTRE EINSTEIN Y FREUD

Este pesimista intercambio epistolar entre Einstein y Freud, editado en 1932 sigue teniendo plena vigencia y sirve para reflexionar sobre algunos aspectos de la invasion de Ucrania por parte de Rusia.  

En 1926, Einstein escribe a Freud y se declara incapaz de profundizar en las “zonas oscuras de la voluntad y el sentimiento humanos“ y sugiere a Freud como solución la creación de algún organismo supranacional que disponga de suficiente fuerza delegada por los estados para imponer decisiones basadas en el derecho.  

Sin embargo su conclusión es pesimista pues el “apetito político del poder”… permite a una“ minoría de dirigentes políticos ….(que) tiene en sus manos la escuela y la prensa y generalmente también a la Iglesia…organizar y dominar los sentimientos de las grandes masas y convertirlas en su instrumento.” 

Y se pregunta: «¿cómo es posible que una minoría logre someter a sus deseos a la masa del pueblo que en una guerra solo tiene que perder y sufrir? 

Se sorprende de que “… un conglomerado de intereses económicos y políticos, (tenga) fuerza suficiente sobre estas instituciones y sobre la “intelligentsia” como para embarcar a un país entero en una deriva belicista” . 

En su respuesta a Einstein, Freud desarrolla una reflexión acerca de las distintas fuentes de legitimidad del derecho en relación con el poder y la violencia. A este respecto expone que la descarnada realidad del fundamento de derecho en las sociedades humanas, no es otro que la violencia, ( elude el eufemismo “fuerza”) de forma que uno de los orígenes del derecho seria el exterminio de unos grupos humanos sobre otros, lo que daría lugar a la instauración posterior de un “estado de derecho” que tendría vigencia durante un tiempo determinado. 

Presenta como variante, la situación en la que “…varios débiles unidos pueden hacer frente a uno más fuerte:…..la unión hace la fuerza.» …la unión socava la violencia; la fuerza de esos elementos reunidos representa el derecho, en oposición a la violencia de uno solo…..” 

Recupera aquí Freud el mito del asesinato del padre tiránico de la horda primitiva, que ya había sido desarrollado previamente en “Tótem y tabú” en 1913.  

Salvando las distancias, esta tesis parece muy adecuada para explicar la situación actual en la que varios “débiles” se han unido para oponerse a esta invasion efectuada por una superpotencia militar con armamento nuclear.  

También presenta notables paralelismos con las opciones que, salvando distancias, formalmente describen las organizaciones sociales de los contendientes. 

Esta tesis freudiana se reitera en la carta a Einstein. En efecto, después del éxito en derrocar al anterior poder establecido en la horda primitivo y aplicándolo a conmociones sociales, se producirían: 

 “esfuerzos constantes de los individuos para ampliar su poder y lograr que sus conquistas sean reconocidas por la ley.” 

y prosigue expresando que:  

“…..lo mas frecuente es que la clase dirigente se resista a tener en cuenta….( los derechos ajenos….) …..se producen entonces las insurrecciones, la guerra civil y, por consiguiente, la suspensión momentánea del derecho, con nuevos abusos de autoridad, al término de los cuales se instaura un nuevo régimen de derecho.” 

Para Freud habría aun otra fuente de transformación del derecho que sólo se manifiestaría pacíficamente: el cambio cultural que se opera en los miembros de la comunidad; pero  “…ello forma parte de otro tipo de fenómenos…”  

Analizando la situación actual, se podría concluir con un pesimismo análogo al que se evidencia en esta òptica Freudiana. En efecto, en los años posteriores a la caída y posterior desmembración de la URSS y como consecuencia de su derrota en la Guerra Fría, la Comunidad Europea pensò  ilusoriamente que se podría alcanzar un cambio en los ámbitos del poder en la Rusia actual basado en intercambios culturales, contactos económicos y comerciales, artísticos y deportivos que proliferaron después. 

Según esta optimista visión, se habría podido iniciar un cambio suave y una transformación de las relaciones basándose en la esperanza de que los logros culturales compartidos lograrían ese cambio.  

Esta solución coincidiría con el argumento que Freud explica a Einstein y en el que

“Las relaciones basadas en los sentimientos, las identificaciones…. entre los miembros del grupo…haría posible que:  

si uno de los factores desaparece, …(sería) posible que el otro mantenga la cohesión de la comunidad“.  

Aún así, Freud se hace una pregunta esencial respecto a esta deseada y no violenta transformación del derecho: 

“…Queda por saber cuál es su poderío. La historia nos enseña que esas nociones han ejercido una influencia real. La idea panhelénica, por ejemplo, la conciencia de ser mejor que los bárbaros vecinos, cuya vigorosa expresión se encuentra en las confederaciones anfictiónicas, en los oráculos y los juegos, fue bastante poderosa para moderar el comportamiento bélico de los griegos,y el sentimiento de comunidad cristiana, cuya fuerza es sin embargo conocida,…” 

 Pero al mismo tiempo Freud manifiesta su escepticismo ya que: 

“…tampoco (se) impidió que en la época del Renacimiento pequeños y grandes estados cristianos buscaran el apoyo del Sultán en las guerras que se libraban entre ellos.” 

Y amplía su análisis pesimista exponiendo que: 

“… No hay razón para que los enumeremos todos ( los motivos) …La inclinación a la agresión y a la destrucción forma parte de ellos: las innumerables muestras de barbarie que jalonan la historia y la vida cotidiana no hacen más que confirmar su existencia…los instintos del hombre pertenecen exclusivamente a dos categorías: por una parte, los que quieren conservar y unir, …dando explícitamente a ese término el alcance del concepto popular de sexualidad; y por otra, los que quieren destruir y matar, que englobamos dentro de las nociones de pulsión agresiva o pulsión destructora…Una inclinación semejante merecía realmente la denominación de instinto de muerte, en tanto que las pulsiones eróticas representaban los esfuerzos en aras de la vida. Ese instinto de muerte se convierte en una pulsión destructora, debido a que se exterioriza, con ayuda de ciertos órganos, contra los objetos…..”. 

En el final de la carta, Freud vuelve a aclarar cómo debería de ser esta transformación social y no violenta de la relación entre violencia y derecho y expone: 

“…Entre las características psicológicas de la cultura, dos aparecen como las más importantes: el fortalecimiento del intelecto, que tiende a dominar la vida instintiva, y la reversión interior del impulso agresivo …Ahora bien, las concepciones psíquicas hacia las cuales nos arrastra la evolución de la cultura son incompatibles con la guerra, y por eso debemos rebelarnos contra ésta; lisa y llanamente, no podemos soportarla; no es una repugnancia meramente intelectual y afectiva, sino que para nosotros, pacifistas, es una intolerancia constitucional, una idiosincrasia que en cierto modo alcanza su máxima expresión…Tal vez no sea una utopía esperar que la acción de esos dos elementos la concepción cultural y el temor justificado de las repercusiones de una conflagración futura pueda poner término a la guerra en un futuro próximo. Por qué caminos o desvíos, es imposible adivinarlo. Mientras tanto, podemos decirnos: todo lo que trabaja en favor del desarrollo de la cultura trabaja también contra la guerra”.  

Si consideramos vigente este análisis concluimos que, en efecto, era ilusorio pensar que los dirigentes de la extinta Unión Soviética iban a transformar mansamente su derrota y desmembración posterior a la Guerra Fría en una pacífica convivencia con los países occidentales y democráticos que habían logrado la victoria.  

Por otra parte, el totalitarismo derrotado en la Segunda Guerra Mundial había sido el que se produjo en la Alemania Nazi cuya ideología fué prohibida en los países europeos.  

Y aunque se produjeron retornos de movimientos sociales de inspiración totalitaria, nazi y comunista, la prohibición y la represión de los movimientos neonazis fué mucho más contundente que la de los comunistas ya que como vencedores de la II Guerra Mundial   pudieron seguir vigentes en varios países y en expansión. 

Por otra parte, el prestigio de Stalin, se había cimentado en su derrota al nazismo aunque para ello hubiera tenido que instaurar en la URSS un orden social totalitario y represivo. 

En este sentido, al final de la Guerra Fría, los dirigentes de Rusia, conscientes de su derrota frente al conjunto de países democráticos occidentales no tuvieron más remedio que rescatar el orden totalitario y los sistemas sociales represivos provenientes de la extinta URSS que había podido mantenerse incòlume durante setenta años.  

El modelo de las democracias occidentales basado en la libertad de información como requisito para generar libertad de pensamiento eran pues, el enemigo a batir, en este caso con la incorporación de las tecnologías de información. 

Asi pues, las dos formulas propuestas por Freud para el distanciamiento de la guerra, “…el fortalecimiento del intelecto, que tiende a dominar la vida instintiva, y la reversión interior del impulso agresivo …” han sufrido con la invasión de Ucrania, un terrible retroceso.

Pedro Gil Corbacho

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